La huida de Daniel Gallegos

Kilómetros de bosques arden por todo el continente. El Icchu, abundante por su alto poder de resiembra natural (que le permite multiplicarse con regularidad) ha comenzado a escasear.

Daniel Gallegos, artista escultor arequipeño, observa su ausencia, se pregunta y dialoga con la contingencia inmediata que arremolina fuego, denuncias, indiferencia e impunidad entre varias instancias más en torno a las consecuencias del desequilibrio ambiental en el que nos encontramos en nuestro planeta.

La materia prima de sus pensamientos visuales, desterrada por el fuego, comienza a faltar en los lugares donde acostumbraba encontrarla. Su urgente impulso le agudiza la mirada y le motiva a recuperar otros elementos que en su “segunda vida” puedan acompañarlo a modelar sus preocupaciones.

De la tragedia surge el señalamiento poético, que también es político. Daniel nos propone una política afectiva, que construye en un gesto performático, a mano alzada: dibujos lineales sobre el espacio, volúmenes con descartes.

No es por temor, ni por esconderse de algo o alguien. Tampoco la intención es apartarse, en dirección opuesta y a toda velocidad.

Esta huida de un material a otro, en ese desplazamiento de la línea que se hizo volumen, esquematiza otras posibilidades de amparo y emancipación. De animales, de familias, de comunidades enteras y de todo tipo de intimidación.

Guadalupe Carrizo

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