EXPOSICIÓN
El colibrí mensajero de almas
GALERÍA
Centro Cultural UNSA. Galería VI
ARTISTA
David Puma Idme
CURADURÍA
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PERIODO
Abril
Apagando suavemente la existencia
La fotografía vigila nuestros sueños desde un tiempo amalgamado que le roba a la muerte y a la verdad, pues ella miente desde su mágica presencia y nos oculta la ausencia de lo que ya no existe con un disfraz de actuado. La fotografía duerme entre los libros y nos muestra su rostro hecho de tiempo. Ella es una historia expuesta, hecha de fragmentos de memoria. Al verla allí representada, identificamos seres y luces, pero a veces no nos reconocemos por dentro hasta que alguien nos muestra hechos: músculos, huesos, corazón o mariposa; hechos pirámide u oscuridad. En la fotografía descubrimos a Tánatos apagando suavemente la existencia, y es a partir de esa certeza de la muerte que toda dualidad toma sentido: cuerpo y espíritu, cielo e infierno, paraíso y tragedia. Tal vez por ello, esta obra transcurre en la frontera de esa dualidad, y los cuerpos cargados de símbolos se encuentran en un lugar inexistente, un espacio desde donde el autor explora lo religioso y lo biológico partiendo de la duda más que de la convicción, de modo que, lejos de aceptar a ciegas, confronta como una forma de encontrar respuestas. Yoel Acosta hace uso de la fotografía como un pasadizo de luz para asistir al encuentro con lo emocional. El autor reflexiona en torno a la irrealidad que caracteriza sus capturas del mundo como puestas en escena. Luego, su motivación principal es la idea de construir a partir de símbolos, su discurso sobre la conexión de espíritu y naturaleza. Por ello, estamos frente a una mirada reflexiva, densa y que pretende traer a presencia sus hallazgos.
Yoel fragmenta todo aquello que entiende como oscuros portales de tiempo y espacio para su autoconocimiento. Así, se muestra buscando en el agua, en el cuerpo, en lo vegetal o lo animal la luz para construir su barca de imágenes y navegar el inframundo hacia el encuentro con Estigia. Para ello, según sus argumentos, indaga en la intervención de la imagen tratando de buscar una conexión con la muerte, tal como lo expresa desde la teoría del caos. Entonces, las sombras se multiplican en manos, los cielos se confunden en reflejos y, como en un sueño, las superficies se nos vuelven caballos.
Este otro universo hecho libro nos afila los ojos para cortar la oscuridad como una daga. En él, la escalinata se convierte en frontera y pasamos de la placidez a la inquietud. En algunas páginas, las manos son árboles que florecen repetidos en las sombras como tentáculos de nuestra propia agonía. Al final, nos confrontamos con la creación, nos reencontramos dedo a dedo como en la creación, así como nos despedimos sin contacto alguno. Por eso, creo que la fotografía es un espacio alterno que coagula el tiempo y nos pregunta si solo somos capaces de morir en esta existencia. He aquí la importancia de la obra y de ser autor, pues ello nos permite existir en otra realidad y en otro espacio proyectado hacia la inmortalidad.
Wilson Prada.