La exhibición «El regreso» de Nicolás López (Huancayo, 1984), quien actualmente vive y trabaja en Italia, no solo es el retorno—después de diez años de ausencia— al escenario local de un artista formado en la tradición visual arequipeña por su filiación—como ex alumno— con la Escuela Nacional de Arte Carlos Baca Flor, sino también y, sobre todo, una manera de establecer preguntas acerca del complejo vínculo entre fotografía y pintura.

López es un investigador visual que trabaja en esa bisagra. Su actividad no se riñe ni con la experimentación ni tampoco con cierto espíritu lúdico para proponer proyectos visuales de gran fuerza conceptual y material. Sus hallazgos cobran aún más sentido en una ciudad como Arequipa, heredera en el sur andino desde mediados del siglo XIX y comienzos del siglo XX, del brillo de su arte fotográfico y de la práctica de la acuarela.

A las fotografías de los hermanos Vargas —Carlos (1885-1979) y Miguel (1887-1976)—, le sale al paso, en pleno siglo XXI, la atenta mirada pictórica de López. La exposición cuenta con documentos fotográficos nunca antes exhibidos, originales —incluso firmados de puño y letra— generosamente cedidos por la familia. Con ello, estamos ante una ocasión única para entrar en un contexto visual único, más acá o más allá de los íconos más conocidos, de fácil acceso por Internet.