Aquello que ve Christian Flores Saavedra no es la materia que se esconde bajo la piel de un niño o de un adulto, que las páginas de los periòdicos y medios de comunicación nos entregan diariamente a través de las imágenes de genocidios, deportaciones, grandes y pequeñas guerras -no la última contra un enemigo invisible como el Covid19 – que dibuja el mapa de los lìmites cada vez más perdidas de nuestro planeta; imágenes bidimensionales que dejan la piel y la materias intactas, no obstante visibles pero intocables, fijadas casi para siempre en una crisálida atemporal gracias a la mezcla mágica de la fotografía, como los cuerpos de Pompeya, trágicamente muertos pero hoy nada más son un objeto fotográfico para los turistas.
Flores nos invita a mirar de verdad, a acercarnos a la materia palpitante de la que está hecho el hombre, y así descubrimos que ésta es ante todo carne viva: ya no simplemente la de un niño, de un adulto, de un anciano, sino la de un hijo, de una madre, de un hermano, de un padre. Se ven lazos de sangre, nos dice Flores, y en su pintura se tocan!
Esos son los lazos que unen a toda la humanidad, los únicos que pueden llevarla más allá de las guerras, los enemigos que se esconden bajo la piel, dentro de la carne, y que nos hacen a todos padres, madres, hijos de una tierra común.
Aquí, en las acuarelas de Flores -técnica elegida por los poderes alquímicos que tiene para transformar tierras de colores en imágenes- vemos aparecer en rostros y cuerpos la sutil red que une lo más profundo de cada uno de nosotros. Dentro de la carne, sobre la tierra, Flores nos muestra el nuevo mapa que podrà guiar a la humanidad en su camino.

Marco Marinacci.
Critico e historiador del arte
Italia