Chocano en el poema de las frutas logró un recordado verso: “la piña enorme y la menuda fresa”. Y a la poesía de Neruda no se le escaparon “las huesudas ciruelas”, la “redonda inocencia de las manzanas”, la naranja: “manantial de frescura”, ni la sandía exuberante: “plácida reina de la frutería”. De esta estirpe de cantores fotográficos es Pedro Egoavil. Solo que él se vale de las líneas y de los colores para registrar en el lienzo los halagos de la naturaleza que a gustar convida.

Las frutas son tema constante en su pintura. Tiene en la sensualidad de soñarlas antes de retratarlas. Aparece en su fantasía antes que en el entorno de la realidad, a la que sabe recrear e interpretar impregnando a los bodegones de una atmosfera lirica de clásico linaje.

Egoavil ha decantado bien las enseñanzas de las escuelas flamenca, española y francesa.

Estudiándolas con detenimiento ha logrado una forma propia de mirar soñando cuando pinta y de soñar pintando cuando mira. Incorporó primero las plantas y las flores a sus bodegones de frutas y ahora inserta el paisaje, las más de las veces imaginario. De este modo Egoavil explora, se renueva, no se detiene en su búsqueda incesante por dotar de vida a la naturaleza muerta.

Arturo Corcuera

SI – octubre de 1994