A comienzos de la década de los 80s una nueva música llamada chicha se convirtia en la más popular de todo el Perú. Era la música de los migrantes, de quienes huían del campo, de la guerra, de la miseria, pero también de quienes traían consigo alegría, coraje, esperanza. Su sonido era una mezcla de melodías vernáculares con instrumentos occidentales, de tradición y modernidad, y fue desarrollando en paralelo una gráfica llena de colores y tipografías juguetonas que primero apareció en las tapas de discos y posteriormente en afiches serigráficos para anunciar conciertos y fiestas populares. 

Cuarenta años más tarde los carteles chicha siguen siendo el mejor medio para anunciar conciertos, aunque además ahora son reconocidos como una peculiar y poderosa forma artística y de identidad. Quizás sea la manifestación plástica más poderosa del nuevo Perú urbano y su arte popular. Y es que la estética chicha habla de nuestra peculiar manera de ser modernos y diferentes, al ser antropófaga culturalmente, se apropia de elementos de la cultura nativa pero también de la cultura occidental 

canibalizándolos para sus propios intereses. El resultado es siempre una yuxtaposición, una hibridez disconforme, un mestizaje más parricida que bastardo porque siempre está transgrediendo y desafiando creativamente las normas y los discursos formalistas (y de clase) de las estéticas occidentales. 

Esta gráfica, al provenir de las clases subalternas, fue considerada de «mal gusto» y fue marginada por las clases medias y altas durante un buen tiempo. Actualmente esta situación ha cambiado y este arte surgido de las calles es cada vez más utilizado como insumo creativo por artistas contemporáneos y urbanos en todo el Perú. Diferentes artistas actualmente usan esta estética para crear serigrafías o hacer murales que pueden hablar de la música, pero también de diversos temas sociales incluyendo la política 

Neón Chicha es una exposición itinerante que ha estado viajando por ciudades de España, Francia, Alemania, Inglaterra, Suiza y Lituania, esta es la primera vez que se exhibe en Perú. Aquí veremos una pequeña selección de las más atrevidas propuestas artísticas nacidas del cartel serigráfico callejero, sus colores pueden invadir el primer mundo, pero sobre todo existen para continuar iluminando las ciudades peruanas con nuevos fulgores y rebeldías.

CURADURÍA: Alfredo Villar